Lavadero de Galbárruli
El sistema fontanal de 1880
El aumento de la población durante el siglo XIX en pueblos y ciudades de España favoreció el contagio de enfermedades originadas por la contaminación de las aguas y la falta de higiene: una sociedad sucia e insana. Se hizo necesario mejorar los abastecimientos de agua, instalar fuentes, abrevaderos, lavaderos de ropa y otros servicios mediante obra pública. También fue intensa la divulgación de las medidas básicas de aseo personal y prácticas saludables con mensajes del tipo «lávate las manos antes de comer» o «cuece la leche».
No obstante, los lavaderos públicos son mucho más antiguos. En las provincias de Castellón y Valencia se han protegido numerosos lavaderos públicos antiguos, algunos construidos ya en el siglo XVI. Los lavaderos públicos están presentes en todos los pueblos y ciudades de Francia, y muchos son de origen romano. Con la revolución industrial y el crecimiento de las ciudades ribereñas se creó un nuevo negocio: las barcazas-lavandería de varios pisos que alojaban a las lavanderas, dotadas con calderas de vapor, etc. Y hace más de 2.000 años que en las ciudades del imperio romano existía el servicio de lavandería o fullonica.
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La fuente de 1880
En 1880 ya estaban abonadas las obras de las fuentes de Castilseco y Galbárruli, con sus respectivos lavaderos y abrevaderos. En el archivo municipal encontramos los tres documentos de depósito que cubrieron el coste total de los dos complejos, 4.750 pesetas. No obstante, la fuente de Castilseco entró en funcionamiento unos años después.
El sistema era más sencillo que el de Galbárruli, pero organizaba el uso del agua con los mismos criterios de salubridad: primero, el agua de boca para los vecinos que manaba de la fuente; el sobrante discurría desde la fuente hasta el lavadero por un canal bajo que hacía las veces de abrevadero para el ganado menor, y por último el agua se utilizaba para enjabonar y aclarar la ropa en el lavadero, cubierto y bien ventilado. Se intentaba que no coincidiese el ganado mientras se lavaba la ropa. El ganado mayor —mulas, bueyes, vacas y yeguas— bebían directamente del arroyo cuando este bajaba con agua.
El lavadero siguió en uso hasta enero de 1978, cuando se instaló la acometida de agua potable en los domicilios.
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