lunes, 13 de junio de 2016

Jugando a hacer la colada

Cocio y cocio de  juguete (1875). Museo Etnográfico de Terque
Exposición del juguete tradicional.


Autora: Matilde Díez Martín

Alfarería.

El mundo infantil

Juegos perdidos: Jugando a hacer la colada.

Pieza: Colador.

Es una pieza cuyo uso estuvo generalizado y  que se perdió  a principios del siglo XX  por lo que son escasos los testimonios sobre ella.

Se conocen coladores  de diversos materiales: cerámica, cestería, madera, piedra.

A esta pieza también se le denomina coladero, cuezo, barreñón para colar, coció,  tina,  codo,  cossi,  coladoriu, colaeru, coladem, boguen, bugadeiro …

Se han documentado coladores en  varios alfares, como en Arrabal del Portillo (Valladolid), Calanda  (Teruel), Mota del Cuervo (Cuenca), Alhabia (Almería), Cuart (Gerona).

Ficha:
Comunidad: Castilla y León
Provincia: Valladolid
Localidad : Arrabal del Portillo
Alfarero: Miguel Ángel Tejero
Material: barro rojo sin aditivos
Técnica: torneado.
Cocción: horno eléctrico.
Pieza: Colador.
Uso: juguete.
Medidas: Altura: 10 cm. Diámetro boca: 5,50 cm. Diámetro base: 5 cm. Peso: 152 gr.

Morfología: pieza globular con un cuello alto y un vertedero en  la base. Sin asas.
Decoración: no tiene
Sello marca de alfarero: no tiene
Datación: pieza actual SXXI
Localización: colección particular
Bibliografía: Escenografías para el Belén blog.


El colador de  la fotografía, que bien puede ser considerado como juguete, con tipología similar a uno encontrado en Pedraja, Valladolid, (Primitivo González, Cerámica preindustrial en la provincia de Valladolid),  reproducido a escala  para Escenografías para el Belén por Mibako, es un recipiente,  en forma de tinaja , con una salida de agua en su parte inferior y a la que  se  ha  provisto de un gran cuello  troncocónico invertido.

Una informante de Villaluenga  de la Vega, Palencia, me describía su uso de esta forma:
"Cuando hacía buen tiempo, hacíamos la colada, preparábamos una gran olla con agua hirviendo y una buena cantidad de ceniza La ropa se ponía a remojo un día  entero con agua y jabón, del que hacíamos en casa con grasa y sosa, luego se lavaba. Bien lavada se  colocaba la ropa , que debía de ser blanqueada , en el colador. En la boca del colador se pone un paño de colar, que es un  trozo de tela"- el que me enseñó era un cuadrado de tela de lino rústico hilado y  tejido en telar manual- "de forma que haga un poco de bolsa  y pueda contener las cenizas y se echa por encima el agua hirviendo. La ceniza  produce una lejía que pasa a la ropa y la blanquea, por abajo se recoge el agua que sale por el drenaje y se vuelve a verter sobre la ceniza. Esto debe de realizarse muchas veces.

Al día siguiente, se vuelve a lavar la ropa  con el mismo agua con el que se realizó la colada y jabón .

Tras este nuevo lavado, se vuelve a repetir el proceso de colado con más agua caliente y  más ceniza.
Una vez bien  limpia la ropa se aclara y se tiende al sol".

 A este proceso que era muy laborioso y  se hacia  una o dos veces al año, se le llamaba hacer la colada, que comprendía todo el proceso de lavado y blanqueado y duraba tres días.

En  las referencias bibliográficas hemos encontrado distintas versiones en cuanto a las veces que se hacía la colada que varia desde una dos veces al año a hacerlo  semanalmente, esto parece estar relacionado con el nivel económico de la familia y el numero de sus miembros  y de si había o no chiquillería.

También hay distintas formas de preparar la lejía, en algunos lugares se  hecha la ceniza en el agua  y se bate y este agua se  hecha  sobre  la ropa, en otros se pone la ceniza en el paño y se hecha el agua caliente sobre ella.

En cuanto al número de veces que se hace esto, deben de ser muchas y empezar con el agua caliente para ir subiendo la temperatura, según el cancionero popular:

“Tres calentitas
 Tres calentando
 Tres espumientas
 Tres ferventando“

Aunque también hay versiones que aumentan el número de veces que se debe de realizar este procedimiento, hasta conseguir que el agua salga hirviendo por el vertedero.

Las familias pudientes contrataban mujeres que hacían este trabajo: “las que no tienen para criadas tienen que hacer la colada”.

La llegada de las lejías industriales, el agua y las primeras máquinas de lavar dieron  por resultado que este trabajo desapareciera y los coladores se dejaran de fabricar en los alfares.

Las jóvenes lavanderas ya no acuden con sus cestos llenos de ropa a  lavar, mientras cantan, en la orilla del río  y  las  mujeres mayores ya no preparan la lejía para blanquear la ropa, que así estaba distribuido el trabajo. Mientras, las más pequeñas, observan  y practican con sus juguetes.

En la actualidad la ropa la lavan máquinas, con jabones y lejías industriales, pero  la expresión- hacer la colada- ha quedado entre nosotros para el proceso de lavado y tendido de la ropa
M.D.M.

Visto en: etnoleon


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