Lavanderas canguesas
Por Luis Arias
Hay una Asturias que, camino del bajo
Nalón, busca el mar que, en este caso, no se trataría del morir al modo de la
inmortal metáfora manriqueña, sino que, antes al contrario, ambiciona, primero,
abrirse, y, en último término, expandirse más allá de las angosturas de
nuestras montañas. Es la Asturias con voluntad transitiva, con afán viajero
que, aunque en eso apenas hemos reparado, viene marcado en no pequeña parte por
nuestra orografía, en la que hay una continua vocación de ampliar horizontes.
Son las aguas que, nacidas en las montañas, se abren camino entre estrechos
cauces y que ambicionan, primero, la llegada al valle. Aguas que, salidas de
sus guaridas rocosas, van camino, antes o después, de convertirse en río.
Piense el lector por un momento en el río
Narcea a su paso por Cangas tal y como muestra la fotografía que aquí glosamos.
En realidad, desde su nacimiento en el Monasterio de Hermo, el recorrido hasta
la capital del concejo es corto y, sin embargo, su cauce es ya considerable. No
hablamos sólo de desniveles que ayudan a su crecimiento, sino también de las
aguas que va recibiendo y que, instantáneamente, se le incorporan hasta formar
un río de importancia capital en la Asturias del occidente, receptor hasta su
entrega al Nalón de tantas y tantas afluencias que, a su vez, irán formando
ríos. Designio de ensanchamiento
No sólo del propio cauce, sino también de
las vegas que, a su paso, se van enriqueciendo, en lo paisajístico y en su
fertilidad.
Ello por no hablar de la riqueza que en
él vino habitando con sus truchas desde los inicios, y sus reos, salmones y
anguilas que se internan en su seno contracorriente.
El Narcea, a su paso por Cangas,
representa, entre otras muchas cosas, la recepción de una riqueza que mana en
sus montañas más cercanas y que, sin detenerse, al modo que nos hizo saber
Heráclito, continúa en espera de otras incorporaciones hasta muy cerca del mar.
Cangas del Narcea. Un valle muy estrecho
y, sin embargo, un río grande, a cuyo alrededor se vino forjando la historia de
una de las villas más importantes de Asturias. Río aún joven que anticipa los
designios de los que venimos hablando.
Lavanderas en el Narcea
Cestos de la colada vacíos. Ropas que se
están lavando y que esperan su turno sobre las piedras. Muy cerca, el puente,
que no es el romano, sino el que se encuentra por debajo de la Iglesia y del
palacio de Omaña. Al otro lado del puente, por encima del discurrir del río,
pueden atisbarse las viñas, uno de los rasgos verdaderamente distintivos de
este concejo asturiano, con un esperanzador potencial vinícola, recurso que se
intenta revalorizar, esperemos que con el mayor de los éxitos.
En la fotografía, se observan, por
decirlo así, dos grupos de lavanderas. Hay un espacio entre las cuatro que
comparecen en primer término y las otras dos que se encuentran más alejadas. La
mayoría de ellas tienen su cabeza cubierta al modo tradicional. Apenas son
perceptibles sus rostros. La que muestra sus brazos más destapados parece la
más joven del grupo. El momento que capta la imagen, sobre todo en lo que se
refiere al grupo más cercano y numeroso, no parece que sea testigo de una
charla entre ellas, sino más bien de ensimismamiento en la tarea, a la vez,
común y propia. No cabría decir lo mismo de las otras dos lavanderas que se
encuentran más alejadas.
Lavanderas canguesas que, en el
desarrollo de su tarea, tenían la posibilidad, seguro que no desperdiciada en
la mayor parte de las ocasiones, de socializar en un momento en que las mujeres
disponían de menos opciones que los hombres para casi todo, incluso para
reunirse sin demasiadas prisas.
Un escenario común para un trabajo
individual. Un entorno muy cercano a edificios que atestiguan parte fundamental
de la historia, también artística y religiosa, de la villa.
Lavanderas canguesas. El río como
lavadero. Las aguas que se renuevan de continuo como garantes de la limpieza de
la ropa que llevan en sus cestos. Desarrollan su tarea, como hemos apuntado,
muy cerca de la basílica de la capital del concejo. En su horizonte más allá
del puente, los viñedos.
Estamos hablando de un momento,
principios del siglo XX, en que la población del Concejo se movía en torno a
los 20.000 habitantes: 22.742, en 1900; 23.104, en 1910, 23.668, en 1920. El
censo más reciente arroja el dato de 16.612 habitantes.
Conviene tener en cuenta que, tras la
etapa de mayores explotaciones mineras en las últimas décadas del siglo XX,
Cangas busca afianzarse con sus recursos tradicionales y con aquellos otros que
puedan contribuir a su desarrollo, frente a las amenazas que son comunes al
campo asturiano en general y al occidente de nuestra tierra en particular,
fundamentalmente, el envejecimiento de la población, así como la carencia de
expectativas profesionales para los más jóvenes.
En 1927, dejó de llamarse Cangas de Tineo
y pasó a designarse como Cangas del Narcea. La antigua denominación sigue dando
pie a conversaciones de rivalidades localistas que, por fortuna, en la mayor
parte de los casos, no van más allá de la ironía y de la retranca.
Alto Narcea que discurre, ya poderoso,
por Cangas. Lavanderas que dan cuenta, más allá de los avatares personales, de
la vida que bullía en esta población a principios del siglo XX. Población que,
sin prejuicio de la importancia que vino teniendo y tiene en el suroccidente
asturiano, cuenta aún con muchas potencialidades sin explotar, empezando por
unas infraestructuras que comunicasen Asturias y la meseta por su entorno, algo
de lo que se habló siempre y que cobró actualidad hace un año en la campaña electoral
autonómica y municipal cuando se hablaba de abrir la autovía de los retrasos,
es decir, la de la Espina, hacia Ponferrada.
Cangas, ahora como entonces, busca su
salida, al mar a través del Narcea y del bajo Nalón, y también hacia Castilla
tan cercana pero sin infraestructuras que faciliten ese anhelado tránsito.
Capital del alto Narcea, capital minera
del occidente durante décadas, que vino esperando una comunicación ferroviaria
que nunca llegó, que discurriera más o menos paralela al gran río que la recorre.
Lavanderas canguesas de una Asturias de
ayer que hoy sigue en busca de su futuro, de un futuro que pasa en no pequeña
parte por este río tan poco atendido y cuidado que es el Narcea.
Visto en: aorillasdelnarcea
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Actualizado en febrero de 2021
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