“Hacer la colada”, esta frase que todavía hoy conservamos
en el habla común para referirnos a lavar la ropa.
De todos es sabido que no siempre existieron las comodidades de las que hoy disfrutamos para lavar la ropa, lógicamente antes no había lavadoras, ni suministro de agua potable en las casas.
El agua de las casas era para beber y se iba a por ellas a las fuentes. En Madrigal de la Vera conocidas eran la fuente de los seis caños y la fuente de los Perales.
Mientras tanto no llegaba el día de la colada, la ropa se amontonaba en un rincón, se
colgaba en el desván para que no se la comiese los ratones, o se metía en una de las arcas de lacasa —«arca dos trapos»—, de donde, llegado tan señalado momento, se sacaban todos los trapos sucios
La colada ha sido siempre una tarea ingrata y siempre trabajo de mujer.
Las lavanderas
Las mujeres que nada más despuntar el día, fuera verano o invierno, se dirigían a lavar la ropa a la orilla de un río, un arroyo, en las acequias, labor muy trabajoso, pues hasta que no aparecieron las primeras lavadoras toda la ropa se lavaba trabajosamente a mano.
La ropa sucia se llevaba en unos barreños de estaño. También llevaban la tabla de madera, un “lavadero” para lavar la ropa y el jabón hecho con sosa.
En Madrigal de la Vera muchas iban al cauce del pueblo y por los Rabiques…
Cada una colocaba sus canastos y sacos de ropa sobre las piedras de las orillas del arroyo entre risas y conversaciones
A lavar había que bajar al río.
Penosa actividad arrodilladas al borde del agua sobre una piedra o desde un cajoncito de madera, que las protegía de la humedad. Frotaban y frotaban la ropa sobre la típica tabla rugosa utilizarían jabón ellas mismas fabricaban.
Para lavar utilizaban una tabla acanalada, y sobre ella frotaban la ropa con el jabón.
Azotaban la ropa en una piedra y le decian de groserias puro golpe de piedra.
Frotando entre puños morados de frío, maderas o piedras, la mujer sacaba las manchas de sudor y polvo de la camisa del hombre del campo.
Siempre en el río, siempre lavando,
la lavandera siempre cantando.
Jabón le doy a la ropa, jabón y venga jabón,
jabón que todo lo aclara…
jabón y un buen restregón
Con frío o calor, se lavaba en el río. Primero había que enjuagar, luego jabonar, otra vez enjuagar, y siempre restregar.
El sol secaba la ropa sobre la hierba y la remataba de blanco sin ayuda de lejías ni detergentes.
Lavanderas de Madrigal de la Vera. |
El trabajo de las lavanderas
consistía en blanquear, agua y jabón, y para ayudar el sol, se ponía la ropa en el lavadero lleno de agua, se la enjabonaba con el taco de jabón casero restregándola contra las piedras y se ayudaban con todo el peso de su cuerpo. Una vez bien enjabonada, se dejaba al aire y comenzaba el trabajo con una nueva pieza. Al finalizar el enjabonado venía el aclarado, para el que se vaciaba el agua del lavadero, se llenaba de nuevo con agua limpia, se aclaraba y se extendía a clarear al sol. A lo largo de la mañana había que ir a regarla, a remojarla y antes o después de comer, se lavaba, se aclaraba y extendía para volver a recogerla antes de anochecer. Ya en casa, la ropa que no estaba seca se colocaba estirada en las cuerdas. Había un orden para lavar: primero se lavaba la ropa más limpia, dejando para el final la más sucia.
Se lavaban primero las mejores prendas de vestir, después la ropa íntima y para el final se dejaban las cosas más mundanas, tales como los paños de cocina, bayetas y, finalmente, los trapos utilizados para limpiar los orinales
Las sábanas y las mantas se mojaban una y otra vez, y se ayudaban entre sí para poder extenderlas, mojarlas de nuevo y restregarlas varias veces. Después, se golpeaban con fuerza contra el suelo para ablandar los tejidos, y acababan con el aclarado.
Luego se extendían sobre la hierba, si era posible encima de retama para que facilitara la ventilación. Recuerdo que mis tias las ponían sobre los helechos.
Para sacar la mugre de la ropa, después de pasarla por jabón se azota sin misericordia contra una roca ¡Vaya golpes que se lleva la ropa! Atender una sesión de lavado puede ser un peculiar concierto de sonoras percusiones de tela contra piedra.
Trucos de lavados
Para la ropa de cama, delantales, cuellos y las camisas de los hombres se utilizaba almidón de patata o de harina de arroz.
A la ropa blanca también se le añadía blanqueadores y añil.
Para preservar los tejidos y sus colores usaban, por ejemplo, sal para la lana y para mantener el color azul, y alumbre o vinagre para los verdes oscuros.
Las sábanas y la ropa de cama se cubrían con agua tibia y un poco de soda y luego se dejaban en remojo durante la noche.
La ropa grasienta se sumergía en una solución de media libra de cal viva por cada seis litros de agua.
La ropa manchada de cera de velas y del aceite de las lámparas se limpiaba con trementina mezclada con tierra de batán.
La tinta se quitaba con jugo de limón, y las manchas de fruta con leche caliente.
Muy duro era ser lavandera
Era un trabajo pesado y duro sobre todo en el invierno, ya que la temperatura era muy baja y el agua estaba helada, ella entumida con las manos en el agua… A muchas lavanderas les sangraban las manos.
Muchas veces en el duro invierno, rompían el hielo en los arroyos, ríos y lavaderos. Con el buen tiempo, se iban con las criaturas, se les quitaba la ropa para lavarla y cuando se secaba, se la volvían a poner.
Ni Parte ni ná, los informativos en el rio
En el río como en los lavaderos se hacía vida social, comentaban las noticias, se contaban sus problemas y se hacían buenas tertulias.
Las mujeres, allí reunidas, cantaban, contaban historias y se ponían al día de los sucesos de la vida cotidiana y, porque no, también provocaban a su vez nuevos acontecimientos en la vida de la comunidad, como ya dijo Saramago “las conversaciones de las mujeres mueven el mundo”.
Y al caer la noche , recogían su canasto con la ropa seca y limpia y volvían a casa felices y contentas.
Madrigal de la Vera, municipio de la comarca de La Vera, en la provincia de Cáceres, comunidad autónoma de Extremadura
Visto en: puertadelavera
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