Lavanderas a orillas del Tormes

Lavando en el río Tormes bajo la mirada de unos jóvenes en lo alto del puente. 

(Foto/Antonio Passaporte)

La dura labor de las lavanderas a orillas del Tormes

Antiguamente , la ropa se lavaba en el río, una ardua tarea, que llevaba horas y de la que se encargaban las mujeres

Antiguamente no se disponía de agua en las casas y había que ir a buscarla a las fuentes y pozos cercanos que se encontraban fuera de los pueblos o ciudades.

Lavanderas con la ropa tendida. (Foto/Felipe Torres)

Las mujeres (que eran las que se encargaban de tal trabajo) traían el agua en cántaros, en la cabeza y al cuadril (en la cintura). En algunas ocasiones también en cubos colocados igualmente en la cabeza, un equilibrio difícil de practicar pero que dominaban con soltura.

Para poder llevar los pesados cántaros en la cabeza se usaban las "rodillas", unos círculos gruesos de trapo con un agujero central que hacían que los bordes del cántaro, de zinc o de barro no se clavaran en la cabeza.

Lavando a orillas del Tormes en el puente Romano. (Foto/Antonio Passaporte).

No había baños ni existían los electrodomésticos, la ropa se lavaba en el río (en aquellos lugares por donde pasaban sus aguas) y se planchaba con las planchas que se ponían a calentar en la cocina de carbón. En algunos lugares, principalmente en los pueblos, se recogía el agua que salía de los canalones procedente de la lluvia, recogiéndola en cubos, que luego servía para la higiene, lavar la ropa o la limpieza de la casa.

Gitanas pasando el Puente Romano, llevando los cubos en la cabeza. En segundo plano, casas del desaparecido barrio de Santiago (Foto/Otto Wunderlich).

Las imágenes que se muestran y tomadas por grandes fotógrafos recogen algunos de esos momentos en los que las mujeres se pasaban las horas lavando en el río, en un trabajo muy duro.

Lavanderas en el puente, donde se aprecia el escaso caudal del Tormes en ese momento. (Foto/Alois Beer).

Por suerte en los tiempos modernos esto ha cambiado y  no cabe duda que la lavadora fue un gran invento, pero como no siempre se ha vivido tan cómodamente como sucede en nuestros días, para valorarlo hay que mirar al pasado preguntando a los mayores del lugar, en este caso y especialmente a las tareas domésticas, todas ellas realizadas por mujeres.

Esperanza Vicente Macías

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